Una dama bien dotada de tutores llevó a mi esposo y a mí al éxtasis

Los sucesos se desarrollaron en una acogedora sala de estudios donde yo, estudiante, me sumía en mis lecciones.Mi tutora, mujer madura, intuyó mi creciente inquietud e indagó sobre el motivo.Para mi sorpresa, ella se bajó el cierre del pantalón dejando al descubierto su amplio pecho, y con un toque de picardía, me instó a tocarla.Abrumada por su audaz oferta, sucumbí, lo que llevó a que mi esposo se uniera, encendiendo un ardiente encuentro de placer carnal.La línea entre profesora y estudiante se borrió al complacernos en nuestros deseos primarios, nuestros gemidos resonando por toda la habitación.El sabor embriagante de su feminidad, la sensación embriagadora de su piel contra la mía, todos sirvieron para agudizar nuestros sentidos. Nuestras inhibiciones quedaron en la puerta al rendirse ante nuestras pasiones, cada roce enviaba oleadas de placer recorriendo nuestros cuerpos.La habitación se llenó del aroma al deseo, al sabor de la lujuria y al sonido del puro éxtasis.No se trataba solo de una sesión tutorial, sino de una lección en el arte del placer, una lección que nunca olvidaría.