Experiencia humillante de pegar mi miembro al dispositivo de castidad

En un atrevido acto de disciplina autoimpuesta, decidí pegar mi virilidad a mi dispositivo de castidad, un movimiento que se suponía que aumentaba el placer de mi confinamiento.Sin embargo, al deslizar mi eje dentro de la jaula, ocurrió un percance.El pegamento, en lugar de unirse con el metal frío del dispositivo de castidades, se pegó a mi piel sensible, causando una intensa sensación de ardor.El pánico se incorporó cuando caí en cuenta de la gravedad de mi error.El pegajosidad había formado una barrera irrompible entre mi miembro palpitante y el mundo exterior, dejándome atrapado en una dolorosa situación.No pude arriesgarme a masturbarme, no sea que irrite aún más mi piel pegada. La única opción que quedaba era salir a cabalgar la incomodidad, un proceso que tanto física como mentalmente gravaba.Pasaron los días, y el pegamento lentamente comenzó a debilitarse, pero se asomaba el riesgo de infección.Tenía que ser cautelosa, asegurando que no me lesionara más la piel.La experiencia fue humillante, un claro recordatorio de la importancia de pensar las cosas antes de actuar.Pero como dicen, sin riesgo, sin diversión.